Estando en la poda de un árbol escuché un suave golpeteo, busqué
de inmediato al carpintero de nuca roja. Era probable que fuera esa especie o
la de campo, que son los más frecuentes.
Para mi sorpresa a pocos metros se encontraba un carpintero ocráceo hembra (el macho tiene rojo en la frente) de unos 9 a 10 centímetros de largo comenzando a hacer su nido. Esta hembra terminó
abandonando el trabajo, resultaba muy duro y no justificaba habiendo tantos
otros árboles. Una pena porque le podría haber hecho un seguimiento al proceso
completo de nidificación.
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